El convoy tomó otro destino.
Nunca le avisaron.
No sonaba esa sirena inconfundible,
el suelo no temblaba.
¿Agota la espera en soledad?
¿Aturde el silencio?
Ella respira paciente,
pero uno de estos días
el reloj abandonará la música monótona de siempre
para estallar por el aire.
La expansiva hará clavar agujas
en el cuello de su partenaire.
Marcarán las siete y cuarto.
18 abril 2010
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