22 noviembre 2010

Elevador

Pasajero de ascensores.
Fanático de las botoneras
y de los espejos en la espalda.
Una vida con puerta tijera.
Delicias de elevador,
cápsulas en vuelo vertical.
La inminencia del suelo firme
a 9,8 metros por segundo.

15 noviembre 2010

14 de febrero

Olvidé decirte gracias por las flores que me regalaste,
aunque reconozco nunca hubiera imaginado que eran para mí.
Hasta que vi sus espinas como estoques
y sus pétalos que parecían guillotinas
listas para abrirse paso en la carne
hasta encontrarse de nuevo con el aire,
como si no pudieran vivir sin él.
Y su perfume, agradable, dulce al principio,
traspasa la nariz y se cuela hasta las entrañas
y las devora hasta dejarme vacío por dentro.
Y encima las pago yo.
Me hubieras traído un vino,
o un queso
o un salame
o todo junto.

cosmic

Ojalá mi vacío fuera un vacío al horno con papas,
cebollas y una salsa crema de brócoli.
Pero es un agujero, caída libre,
vértigo, sin piso a la vista.
Tengo las piernas de Darío Silva,
la parte que fue con los patógenos.
Y los pulmones de Sandro.
A mi también me tiran bombachas y corpiños,
pero para que los tenga limpios
y perfumados para mañana temprano.
Pude ser una estrella pero me quedé en nebulosa.
No supe de rotación ni de traslación,
soy una partícula difusa orbitando
por algún lugar inexplorado del universo,
casi a punto de apagarse, digo extinguirse
sin dejar señales de haber existido alguna vez.

14 noviembre 2010

la rebarba, eso

En la ruta camiones travestidos de carruseles
pisotean los centros urbanos y buscan alejarse
heridos mortalmente por la codicia.
Barrenando sobre lágrimas de desesperación
huyen y se volatilizan en el horizontal,
gepeesean hasta las catapultas de distribución,
descargan y vuelven por más.
Y sale el disparo que busca el blanco
con ínfimo grado de error.
En la parábola caen las rebarbas, remanentes,
recibidas por miles de manos
que llagan hasta el sangrado.
Esquirlas, sangre y manos terminan guisadas
en ollas de pvc térmico y servidas
en cucharones, a los gritos,
devorados con las manos,
manos igual de ásperas y resecas,
del frío y del trabajo.
Para nada.

06 noviembre 2010

Corpiños en Retiro

Alguien con las tripas repletas de hostias
sostiene que el aborto es un crimen abominable.
Cree que toda persona que nace porque sí
puede terminar siéndole servil
sin grandes erogaciones
en alguna vuelta de la vida.
Pero cuando ese ser que nace porque sí,
tropieza en la 'marginalidad'
y por querer apropiarse de objetos
para parecerse a su 'víctima',
le provoca un daño tal como la muerte,
allí muestra sus dientes.
Entonces vocifera sobre la necesidad de asesinarlo,
eliminarlo, destruirlo,
que el sistema legal contemple la extinción de personas.
Los ojos se les vuelven rojos, de odio,
ojos extraviados.
Como los ojos de los chicos en Retiro.