14 noviembre 2010

la rebarba, eso

En la ruta camiones travestidos de carruseles
pisotean los centros urbanos y buscan alejarse
heridos mortalmente por la codicia.
Barrenando sobre lágrimas de desesperación
huyen y se volatilizan en el horizontal,
gepeesean hasta las catapultas de distribución,
descargan y vuelven por más.
Y sale el disparo que busca el blanco
con ínfimo grado de error.
En la parábola caen las rebarbas, remanentes,
recibidas por miles de manos
que llagan hasta el sangrado.
Esquirlas, sangre y manos terminan guisadas
en ollas de pvc térmico y servidas
en cucharones, a los gritos,
devorados con las manos,
manos igual de ásperas y resecas,
del frío y del trabajo.
Para nada.

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