12 septiembre 2010

nylon

Un viejo que para en la plaza Núñez
destroza bolsas del canasto de residuos del edificio de PH.
Encontró restos de pollo.
Despliega la bolsa entre una pila de nylon y deshechos
como si fuera un picnic de la primavera.
Bajo a depositar mi bolsa y cuando la estoy por acomodar
hace un paso atrás mientras recorre sus dedos con su lengua seca.
Y contempla, mira de reojo el polietileno casi traslúcido,
como un scanner de la aduana
busca el objeto que le dé las monedas para la caja de vino
que le humedece los labios, la lengua
y le ayuda a empujar lo que queda en la garganta,
las miradas ajenas, el frío, el calor,
la soledad y el hambre.
Esta misma noche, quizás
entre cáscaras de papa, yerba húmeda y condones,
el viejo encuentre la belleza envuelta para regalo
en bolsa de supermercado.
Eso es lo que tiene el nylon

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